Un
cliché parece romperse: la cocina modular que nos acompaña desde
los años cincuenta.
La
cocina Float de Alberto Sánchez, de Mut Design, y fabricada por
Miras Editions, plantea una estructura diferente, formada por piezas
específicas, singulares, que se complementan en conjunto.
El
lenguaje que evidencia su pertenencia a la misma familia es rico y
estimulante.
Una
combinación de maderas, cobre, planchas perforadas y mármol. Un
sentido práctico en la configuración de volúmenes pero matizado
con formas circulares y planos traslúcidos.
Las
patas son tubulares y ligeras, aunque contrastados con apoyos de
cobre (giratorios) y ruedas.
La
movilidad se expresa en paneles corredizos, traslúcidos, de madera o
metal perforados. En un carrito para el ritual entre la cocina y el
comedor. O en un módulo giratorio que puede servir de separador.
Una
sensitiva conjugación de materiales y formas, en la que los
materiales se entrelazan y superponen. Las bandejas -a modo de
estantes- son atravesadas por patas, las planchas perforadas se
deslizan dibujando moarés, las esquinas se redondean en las piezas
más fácilmente desplazables.
Según
el catálogo del fabricante: “Float genera un paisaje de muebles
híbridos que se integran de manera natural en los espacios,
tendiendo lazos y estrechando vínculos entre la cocina y el salón.”
Los
jóvenes diseñadores están revisando el ámbito de la cocina y su
mobiliario. Replantean los volúmenes de la cocina guiados por una
nueva vivencia dentro de ella. Donde la esencialidad y la reducción
de objetos es una nueva premisa. Recuperan elementos de la cocina
tradicional, sin perder de vista la evolución durante un siglo de
transformaciones en el ámbito doméstico.
Si
nos martillean nuestros criterios prácticos (pero no hay espacio
suficiente para almacenaje, pero se necesitan muchos
electrodomésticos...) al posicionarnos como usuarios, STOP. Por
un momento pensemos que los diseñadores jóvenes también son
usuarios conscientes y contemos la cantidad de objetos que nos
rodean. Intentemos compartir con ellos la intención de vivir mejor.
En
la nueva cocina, uno de los “materiales más innovadores” es el
compromiso: vivir con menos. Menos energía, menos accesorios, menos
elaboración, más proximidad a los alimentos en su estado original,
incluso presentes dentro de la cocina. Mayor evidencia de los
rituales funcionales y alimentarios. Seleccionar las materias primas,
conservarlas y cuidarlas, transformarlas en un proceso más lento,
directo y nutritivo. Compartir la comida y acompañar las sobras
hasta que vuelvan a la tierra.
Los
rituales son esenciales en nuestro modo de integrarnos en un mundo
compartido. En la cocina, los muebles y utensilios tienen un valor
ritual excepcional, se convierten en mediadores. Para un diseñador
esto tiene especial importancia, ya que puede intervenir en estos
intercambios sociales, cuando define la forma y función de los
objetos.
Como
muestra del estudio consciente de las actividades y movimientos en el
ámbito de la cocina, recomiendo esta entrada del blog de la joven
diseñadora Ruth Viejo, de Estudio Báltico, donde explora
alternativas objetuales a las acciones más comunes.
[ Gracias a Ruth Uve, por la información. Por tu curiosidad y actitud tan constructiva ]