12 febrero 2015

cooking




Un cliché parece romperse: la cocina modular que nos acompaña desde los años cincuenta.
La cocina Float de Alberto Sánchez, de Mut Design, y fabricada por Miras Editions, plantea una estructura diferente, formada por piezas específicas, singulares, que se complementan en conjunto.

El lenguaje que evidencia su pertenencia a la misma familia es rico y estimulante.
Una combinación de maderas, cobre, planchas perforadas y mármol. Un sentido práctico en la configuración de volúmenes pero matizado con formas circulares y planos traslúcidos.
Las patas son tubulares y ligeras, aunque contrastados con apoyos de cobre (giratorios) y ruedas.

La movilidad se expresa en paneles corredizos, traslúcidos, de madera o metal perforados. En un carrito para el ritual entre la cocina y el comedor. O en un módulo giratorio que puede servir de separador.

Una sensitiva conjugación de materiales y formas, en la que los materiales se entrelazan y superponen. Las bandejas -a modo de estantes- son atravesadas por patas, las planchas perforadas se deslizan dibujando moarés, las esquinas se redondean en las piezas más fácilmente desplazables.

Según el catálogo del fabricante: “Float genera un paisaje de muebles híbridos que se integran de manera natural en los espacios, tendiendo lazos y estrechando vínculos entre la cocina y el salón.”


Los jóvenes diseñadores están revisando el ámbito de la cocina y su mobiliario. Replantean los volúmenes de la cocina guiados por una nueva vivencia dentro de ella. Donde la esencialidad y la reducción de objetos es una nueva premisa. Recuperan elementos de la cocina tradicional, sin perder de vista la evolución durante un siglo de transformaciones en el ámbito doméstico.

Si nos martillean nuestros criterios prácticos (pero no hay espacio suficiente para almacenaje, pero se necesitan muchos electrodomésticos...) al posicionarnos como usuarios, STOP. Por un momento pensemos que los diseñadores jóvenes también son usuarios conscientes y contemos la cantidad de objetos que nos rodean. Intentemos compartir con ellos la intención de vivir mejor.

En la nueva cocina, uno de los “materiales más innovadores” es el compromiso: vivir con menos. Menos energía, menos accesorios, menos elaboración, más proximidad a los alimentos en su estado original, incluso presentes dentro de la cocina. Mayor evidencia de los rituales funcionales y alimentarios. Seleccionar las materias primas, conservarlas y cuidarlas, transformarlas en un proceso más lento, directo y nutritivo. Compartir la comida y acompañar las sobras hasta que vuelvan a la tierra.

Los rituales son esenciales en nuestro modo de integrarnos en un mundo compartido. En la cocina, los muebles y utensilios tienen un valor ritual excepcional, se convierten en mediadores. Para un diseñador esto tiene especial importancia, ya que puede intervenir en estos intercambios sociales, cuando define la forma y función de los objetos.

Como muestra del estudio consciente de las actividades y movimientos en el ámbito de la cocina, recomiendo esta entrada del blog de la joven diseñadora Ruth Viejo, de Estudio Báltico, donde explora alternativas objetuales a las acciones más comunes.

[ Gracias a Ruth Uve, por la información. Por tu curiosidad y actitud tan constructiva ]

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