02 abril 2015

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A un lado y a otro, contemplar los motivos de la cerámica medieval de Teruel frente a los tejidos coptos, es una propuesta sorprendente y tan poco habitual, de la que nacen relaciones muy sugerentes. Éste es uno de las muchos regalos que nos brinda la visita al nuevo museo de Barcelona, que acoge las colecciones de anteriores museos de artes decorativas.

El cierre de tres museos municipales, con una agitada historia de emplazamientos y reaperturas, se ha transformado en la creación de un nuevo modelo de institución pública orientada a la difusión de la cultura del diseño. Sus cuatro plantas son permeables. La objetualidad es global y no pretende la delimitación de áreas dentro del diseño. A ellas se suman, en las plantas inferiores, áreas de estudio, exposiciones temporales, sedes de asociaciones, talleres y aulas para la participación.

Algo se gana y algo se pierde con esta fusión. No podemos olvidar fácilmente las visitas a los anteriores museos temáticos, que permitía una visión más detallada, especializada. Ahora la propuesta es otra: el diálogo de los objetos entre sí. Y ésta es la tendencia museográfica que se extiende, que prima una cultura objetual accesible y sugerente para un público más amplio. El estudioso también tiene acogida, ha de zambullirse en el centro de documentación del museo, en su biblioteca, en su web, o en las sedes de asociaciones profesionales o dedicadas al estudio del diseño (ADI-FAD, Asociaciò per a l'Estudi del Moble).

Algo se pierde. En esta nueva sede parece que no hubiese lugar para que los platos de cerámica sean contemplados por ambas caras, para comprender su técnica y leer sus secretos. Las cerámicas se ubican en la segunda planta, y se alinean en baldas poco espaciosas, en varios niveles de estantería. No es idóneo observar la decoración de una voluminosa ánfora polícroma en la parte inferior de la vitrina. El visitante se pregunta qué criterios de valor han servido para situar las piezas en posiciones más o menos preferentes. La distribución por pasillos titulados en la parte superior, la repetición plana de los escritorios a modo de pantallas, las arquetas abiertas formando un pequeño muro... nos extraña la similitud con un espacio comercial: lineales, pasillos etiquetados, secciones de muebles o electrodomésticos.

La selección de piezas es coherente, aunque puedan echarse de menos piezas que habrán alimentado un nutrido fondo, a la espera de ser mostradas temporalmente.





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